jueves, 31 de julio de 2008

EL CAPRICHO


Llegamos al meollo. El payaso del bemeta azul cruza el carril sin despeinarse raspando tercera. Tu vecino de fila te mira por el cristal como preguntándote entre las lupas hacia dónde te vas a meter. Va a tu altura y se resiste a frenar hasta que Mari Puri se equivoca de intermitente. Y bajan los de Gran Vía. Deseosos de cruzar la puñetera rotonda cuánto antes. Ahí te ves tú agotando el semáforo que te salva del círculo vicioso. Las hay necesarias. Pero las modas estúpidas tienen su coste. Ahora las rotondas llegan a ser unidireccionales. Usted se mete pero solo puede salir por un sitio. Las ponen para que aminoremos la velocidad y demos vueltas como niños de circuito. Póngame siete retondas, redondoletas de esas.

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